TEXTO DE MEDITACIÓN
Sembradores de la Semilla
Leeré de Palabras de Vida del Gran Maestro, comenzando en la página 37.
"Los sembradores de la semilla tienen una obra que hacer en cuanto a preparar los corazones para que reciban el
Evangelio. Se presenta la palabra con demasiado sermoneo y con muy poca obra de corazón a corazón....De modo que
los sembradores tienen algo que hacer para que la semilla no sea ahogada por las espinas o perezca debido a la poca
profundidad del terreno...Cada creyente...Debe enseñársele que no ha de ser meramente salvado por el sacrificio de
Cristo, sino que ha de hacer que la vida de Cristo sea su vida, y el carácter de Cristo su carácter. Enséñese a todos que
han de llevar cargas y deben sacrificar sus inclinaciones naturales. Aprendan la bendición de trabajar para Cristo,
imitándolo en la abnegación, y soportando penurias como buenos soldados. Aprendan a confiar en el amor de Cristo
y a descargar en él sus congojas. Prueben el gozo de ganar almas para él. En su amor e interés por los perdidos,
perderán de vista el yo; los placeres del mundo perderán su poder de atracción y sus cargas no los descorazonarán."
Vamos a pedir que podamos darnos cuenta que no somos salvados meramente por el sacrificio de Cristo sino que
hemos de esforzarnos para ser como él en vida y carácter, y mientras nos interesamos en la salvación de otros, nuestras
propias vidas serán refrescadas; que hagamos más obra de corazón a corazón; que debemos llevar cargas y sacrificar
las inclinaciones naturales. Así los placeres del mundo perderán su poder de atracción, y sus cargas perderán su poder
de descorazonar.
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GUARDANDO LOS MANDAMIENTOS,
EL CORAZÓN DE PIEDRA Y LA MENTE CARNAL
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V.T.HOUTEFF,
MINISTRO DE LOS D. ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
SÁBADO, ENERO 17, 1948
CAPILLA DE MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Nuestro texto de la Escritura se encuentra en Apocalipsis 22:14, 15.
Apo. 22:14, 15--"Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de
la vida, y que entren por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, y los disolutos,
y los homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira."
Aquí vemos que solo los que hacen sus mandamientos tienen el derecho de entrar en la ciudad. Cuando la obra de
salvación sea terminada y el pueblo congregado en el hogar, serán los que todavía guardarán los mandamientos de
Dios, aun después que el pecado sea erradicado. El pecado sin embargo no puede ser erradicado mientras la ley es
trasgredida, porque la trasgresión de ella es pecado. (1 Juan 3:3, 4). Los mandamientos de Dios, vemos, son eternos,
y únicamente cuando los Cristianos comiencen a vivir la vida que la Palabra de Dios apoya, se encontrarán a sí mismos
viviendo sobre la ley; solo entonces serán libres de trasgresión.
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Finalmente, si los mandamientos de Dios son eternos, entonces deben haber existido siempre. El Sábado que fue
hecho y santificado en la semana de la creación, antes que viniera el pecado, es contenido en los mandamientos. Y,
también, Adán no hubiera podido pecar si el mandamiento, "No tendrás otros dioses delante de mí," no hubiera estado
entonces en existencia.
Rom. 7:7--"¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí el pecado sino
por la ley; porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás."
La declaración inspirada de San Pablo coloca los diez mandamientos, vemos, en el mismo alcance del Evangelio.
Sin los mandamientos , él declara, los seguidores del Evangelio no conocerían lo que es pecado.
Rom. 7:8-10--"Mas el pecado, tomando ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia; porque
sin la ley el pecado está muerto. Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo; mas venido el mandamiento, el
pecado revivió, y yo morí."
Aquí vemos que la ley no salva sino condena; y que sin la ley no habría pecado. La ley no salvó a Adán y Eva, sino
que los juzgó indignos del Árbol de la Vida y de un hogar en el Edén. De hecho, los sentenció a muerte. La ley es solo
un maestro de justicia. Eso es todo. No es un salvador.
Rom. 7:12-14--"De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo, y bueno. ¿Luego lo
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que es bueno, a mí me es hecho muerte? No; sino que el pecado, para mostrarse pecado, por lo bueno me obró
la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecante por el mandamiento. Porque sabemos que la ley es espiritual;
mas yo soy carnal, venido a sujeción del pecado."
La gente que obedece una ley del estado piensa que es una excelente estatuto de libertad, pero los que se deleitan
en pecar, para ellos la ley es anatema-maldición. Cualquier asesino que por ley ha sido sentenciado a muerte,
naturalmente no se deleita en la ley que lo sentenció, ni en la gente que ejecutó su sentencia. Si el tal tuviera su propia
manera, aboliría la ley. Todos los criminales se desharían de la ley de Dios, también, porque la ley es espiritual, y ellos
carnales vendidos bajo pecado.
¿Qué pasaría si no hubiera ley en el Reino de Dios, no ley contra el asesinato, y robo o contra envidia y celos?
¿Quién quedría estar en el Reino aun por solo un momento? Si tal fuera el caso, entonces, por su puesto, estaríamos
mejor en los reinos del mundo.
El decálogo, además, no es solo un código moral, sino también físico, porque pecar contra la ley involucra los
descendientes del pecador, también. Este visita "la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta
generación." Exo. 20:5.
Entonces, también, todo descendente de Adán es naturalmente nacido en pecado, es dado a pecar:
Rom. 7:15--"Porque lo que hago, no lo entiendo; ni lo que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago."
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Siendo tal la suerte del hombre, el hombre carnal aborrece la ley de Dios, y mas así porque esta se opone a su
voluntad.
Rom. 7:16--"Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena."
Si uno se abstiene de robar, consiente que la ley es buena y efectiva, aunque por naturaleza le pueda gustarle la idea
de robar.
Rom. 7:17-23--"De manera que ya no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí (es a saber,
en mi carne) no mora el bien; porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo. Porque no hago el bien
que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo obro yo, sino el pecado que
mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí. Porque según el hombre
interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros."
Aquí, vemos, que nosotros nacemos con la ley del pecado en nosotros, y es absolutamente necesario que la ley de
Dios nos restrinja de pecar.
Rom. 7:24, 25--"¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy a Dios,
por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley de
pecado."
Si, Dios y su ley en nuestra mente, lo cual adquirimos únicamente por el estudio de la Palabra de Dios
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nuestra única esperanza para la victoria sobre la ley del pecado y la carne.
Rom. 8:1--"Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme
a la carne, mas conforme al Espíritu."
En el momento que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, todas nuestras trasgresiones contra la ley son
borradas, y pagadas por la muerte de Cristo. Si no fuera el caso nosotros mismos tendríamos que pagar la penalidad
de la muerte, de la cual no hay resurrección para vida eterna.
Rom. 8:2--"Porque la ley del Espíritu da vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte."
Aquí el apóstol introduce otra ley, la ley del Espíritu de vida--tres leyes en todo: (1) la ley de los diez mandamientos,
(2) la ley de la carne, (3) la ley del Espíritu de vida. Pero esta tercera ley, recordemos, es en Cristo, y nos hace libres
de la ley de pecado y muerte solo si estamos en él.
Rom. 8:3-11--"Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne; Dios, enviando a su Hijo
en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de
la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al Espíritu. Porque los
que viven conforme a la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al Espíritu, de
las cosas del Espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del Espíritu, vida y paz.
"Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra
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Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar
a Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si el que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y
si alguno no tiene el espíritu de Cristo, el tal no es de él. Empero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad
está muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó
de los muertos a Jesús mora en vosotros, él que levantó a Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros."
Es nuestro privilegio tener el mismo Espíritu que estaba en Cristo. De hecho, debemos tener ese espíritu si
caminaremos en novedad de vida, y si tendremos parte en la resurrección de los justos.
Del discurso de Pablo vemos que ser un Cristiano significa cuidar cada paso que se hace, y pelear contra su propia
carne, para que no caiga voluntariamente en el abismo del cual no hay escape. Los Cristianos, además, no pueden
pecar; su justicia en Cristo es absolutamente segura, porque Cristo ha pagado la penalidad por sus pecados pasados.
Además, si accidentalmente peca, tiene un abogado para pelear su caso, a Jesucristo, el justo. Así es que aunque el justo
caiga siete veces al día, se levanta, y continua la carrera y finalmente gana.
Pero supongamos que usted tendría que luchar para guardar los mandamientos de Dios en el Reino de Dios por
toda la eternidad, ¿tendrá que luchar como usted lucha ahora? Supongamos que la ley de la carne estará con usted para
siempre--¿Qué entonces?
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¿Entonces estaría tan ansioso como lo está ahora por un lugar en el Reino de Dios? Dios nos dice que esperar.
Jer. 31:31-34--"He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Jacob y con
la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de
Egipto; porque ellos invadieron mi pacto, bien que fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Mas éste es el pacto
que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla
en sus corazones; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo,
ni ninguno a su hermano, diciendo; Conoce a Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré
más de su pecado."
Aquí esta una promesa de un nuevo contrato, un nuevo pacto. No es la clase que Dios hizo con nuestros
predecesores en el Día que salieron de Egipto, el día que él escribió los mandamientos en tablas de piedra y guardarlos
así. En lugar él hace un nuevo pacto, un pacto para escribirlas en nuestro mismo corazón. Entonces cada uno de
nosotros consecuentemente le conocerá sin tener que ser enseñado.
Tome nota, entonces, él no hará una nueva ley, sino un pacto nuevo, un contrato nuevo para guardar la ley. La
diferencia es que en vez de escribir la ley en las tablas de piedra, él las escribirá en las tablas de carne del
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corazón, la silla que la ley del pecado ocupa ahora.
Este pacto, vemos, será hecho con ambas la casa de Israel y la casa de Judá,--con todo el pueblo de Dios.
La escritura, recordemos, no dice que nosotros no podemos guardar la ley mientras está escrita en las tablas de
piedra, sino que definitivamente dice que nosotros podemos, porque los que quebrantaron la son reprobados de hacerlo.
Nosotros podemos, por lo tanto, aun ahora inconvenientemente guardar los mandamientos aunque todavía están
escritos en piedras. Por causa de conveniencia la mayoría de los Cristianos desean que la ley fuera abolida, y algunos
se hacen creer que ha sido abolida, aunque la única ley que ha sido abolida es la ceremonial, la ley de los sacrificios,
la sombra del Cordero de Dios.
¿Qué diferencia habrá si la ley es escrita en piedra o en nuestros corazones?--La experiencia de Nabucodonosor,
rey de Babilonia revela la respuesta.
Si el rey haya sido forzado a vivir con las bestias, en un establo o en el campo, él habría cometido suicidio si fuera
posible. Pero tan pronto como Dios quitó su corazón de hombre, y puso en él corazón de un buey, el rey estaba
perfectamente contento de estar con el ganado, y totalmente descontento de vivir en su palacio.
Si lo mismo fuera hecho a alguno de nosotros, nuestros deseos serían los mismos que los del rey. De igual manera,
cuando el corazón de piedra sea quitado de nosotros, y el corazón de carne con la
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ley de Dios escrita en el puesto en nosotros, encontraremos entonces totalmente inconveniente pecar, y mas deleitable
guardar los mandamientos de Dios. Y así no necesita temer el tener que luchar para guardar la ley de Dios en el Reino,
como lo hace aquí. Usted estará entonces perfectamente feliz de vivir una vida sin pecado. De hecho usted no querrá
pecar mas de lo que ahora quiere morir.
¡Verdaderamente maravilloso! Pero ¿cuándo esperamos que tome lugar este milagro? Para encontrar la respuesta
a esta pregunta, necesitamos conectar la profecía de Jeremías con la profecía de Ezequiel del mismo evento:
Jer. 31:8--"He aquí yo los vuelvo de al tierra del aquilón, y los juntaré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos
y cojos, la mujer en cinta y la que dio a luz juntamente; en grande compañía tornará acá."
Eze. 36:24-28--"Y yo os tomaré de las gentes, y os juntaré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Y
esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos
os limpiaré. Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en
mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra. Y habitaréis en la tierra que dí a vuestros
padres; y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios."
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Los registros de ambos profetas claramente muestran el tiempo en que este milagro será hecho en el corazón de todo
el pueblo de Dios. Ambos profetas lo hacen tan claro como puede ser hecho, que este cambio de corazón toma lugar
en la Tierra Santa, Palestina, al comienzo del Reino que Dios prometió establecer "en los días de estos reyes" (Dan.
2:44), no después de sus días. Él además dice que nos tomará de entre los gentiles y nos reunirá de todos los países,
y nos llevará a nuestra propia tierra (Eze. 36:24), la tierra en la que habitaron nuestros padres (Eze.36:28). "Entonces,"
en ese tiempo, dice la Inspiración, no antes, esparcirá agua limpia sobre nosotros, nos limpiará de todas nuestras
inmundicias, y de todos nuestros ídolos. También, un nuevo corazón pondrá entonces dentro de nosotros (Eze. 36:26).
Él nos dará su Espíritu y hará que andemos en sus estatutos, y guardemos sus derechos (Eze. 36:27). Lea estas
escrituras por sí mismo y vea si dicen todo lo que yo estoy tratando de decirle que dicen.
Jer. 31:35-40--"Así ha dicho Jehová, que da el sol para la luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para
la noche; que parte la mar y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su Nombre. Si estas leyes faltaren
delante de mí, dice Jehová, también la simiente de Israel faltará para no ser nación delante de mí todos los días.
Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y buscarse abajo los fundamentos de la tierra, también
yo desecharé de toda la semiente de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová. He aquí vienen días, dice
Jehová, y la ciudad será edificada de Jehová, desde la torre de hananel hasta la puerta del rincón. Y saldrá más
adelante el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Hareb,
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y rodeará a Goa. Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de
Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada, ni
destruida más para siempre."
La gente puede creer todo lo que dése creer, pero nosotros creeremos la Biblia. Yo se que esto es lo que la Biblia
enseña, y que este es el plan de Dios para estos eventos. Y puesto que este es el programa de Dios para la limpieza de
su pueblo, y para que ellos reciban el nuevo corazón, nuestro mensaje viene a ser importante sobremanera para todo
el que dése estar en el Reino. Nosotros solo podemos poner nuestro corazón y nuestra alma en la obra, luego, dejar a
Dios los resultados. Si alguna vez tuvimos que ser todo para Dios y no para el yo, es ahora.
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