EL ÉXODO DE HOY
Texto de la Alocución por V. T. Houteff,
Ministro de los D. Adventistas del Séptimo Día
Sábado, 23 de Noviembre de 194
Capilla de Mt. Carmel
Waco, Texas
Esta tarde estudiaremos Zacarías 8. La primera cosa que necesitamos saber en el estudio de este capítulo es si sus
promesas son hechas al pueblo del tiempo de Zacarías o al pueblo de nuestro tiempo. Para saber esto nos es necesario
leer algunos versos esparcidos. Principiemos con los versos siete y ocho.
Versos 7, 8-- "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo Mi pueblo de la tierra del oriente, y de la
tierra donde se pone el sol; Y traerélos, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y Yo seré
a ellos por Dios con verdad y con justicia."
En estos versos vemos que Dios promete salvar a su pueblo no de la tierra de Babilonia antigua, donde Zacarías estaba
entonces, sino del este y del oeste, y traerlo a Jerusalén. Ellos han de ser su pueblo no en virtud de su abolengo o
cualquier otra cosa, sino en verdad y justicia. Ahora, desde que las promesas en estos versos no encontraron su
cumplimiento en los días de Zacarías, ni en ningún tiempo después de este, queda por creer que su cumplimiento debe
tener lugar alguna vez en el futuro. Leamos--
Verso 13-- "Y será que como fuisteis maldición entre las gentes, o casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré
y seréis bendición. No temáis más esfuércense vuestras manos."
Además de prometer salvar a Su pueblo del este y del oeste, el Señor promete también salvar la casa de Judá y la casa
de Israel-- los dos antiguos reinos. Ustedes saben bien que el reino de las diez tribus constituía a Israel. Y desde que
estos dos reinos nunca han sido unidos y traídos a Jerusalén hay una sola conclusión lógica que alcanzar: Que las
promesas en este capítulo han de ser cumplidas en el tiempo en que sea "congregado el pueblo" de los cuatro cabos de
la tierra. Con este tremendo propósito y obra en vista, el Señor espera que nuestras manos sean "fortalecidas." Leamos
en seguida--
Versos 20-22-- "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y moradores de muchas ciudades:
y vendrán los moradores de la una a la otra, y dirán: vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová
de los ejércitos. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos
en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová."
Desde que nosotros sabemos que ninguna nación a más de la nación Judía en los tiempos del profeta Zacarías ha venido
a buscar al Señor y a adorar delante de El en Jerusalén, así es que no queda otra alternativa que la de admitir que la
profecía de Zacarías ocho pertenece al pueblo en el tiempo de la siega final, en el tiempo de la recolección.
Habiendo terminado el análisis del tiempo en que este capítulo tiene su cumplimiento, estoy seguro de que podemos
ahora estudiar la profecía en sí misma con mucho más grande interés que si lo hubiéramos hecho de otra manera.
Principiemos con los versos uno al tres.
Versos 1-3-- "Vino a mí la palabra de Jehovah de los Ejércitos,
diciendo: "Así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: 'Yo tuve un gran celo por Sion; con gran enojo tuve celo por ella.'
Así ha dicho Jehovah: 'Yo he vuelto a Sion y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad de
Verdad, y el monte de Jehovah de los Ejércitos, Monte de Santidad.'
Sí, cosas maravillosas se han dicho acerca de Sión y Jerusalén. En un tiempo el Señor abandonó la ciudad y dispersó
a su pueblo. Pero al tiempo en que estas Escrituras están siendo reveladas, El está por volver y juntar a Sus elegidos
en medio de Jerusalén. Cuando esta obra tan grande tenga su verificativo Jerusalén será llamada "ciudad de verdad,...el
Monte Santo." -- un pueblo bien versado en la completa verdad de Dios y sin un pecador en medio de ellos. Esta gran
maravilla evidentemente toma lugar durante el Juicio para los Vivientes, los justos son llevados allí mientras los impíos
se están atando en manojos, por así decirlo, para destruirse. Y mientras que el Señor mora en Sión, Su verdad saldrá
de Sión y de Jerusalén. Entonces es cuando "muchos pueblos y naciones fuertes vendrán para buscar al Señor de los
ejércitos en Jerusalén, y para orar delante del Señor." Ahora es nuestra mayor oportunidad para trabajar y orar "Venga
tu Reino, Sea hecha tu voluntad en la tierra así como es hecha en los cielos."
Versos 4, 5-- "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún han de morar viejos y viejas en las plazas de Jerusalén,
y cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad serán llenas de
muchachos y muchachas, que jugarán en las calles."
Sí, Jerusalén será una ciudad de gozo. Allí no habrá temor de ningún accidente, aún los niños estarán seguros jugando
en las calles. No habrá allí "caras alargadas," y ningunas muestras de preocupación. Será así para jóvenes y viejos.
Verso 6-- "Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá dificultoso a los ojos del resto de este pueblo en
aquellos días, ¿también será dificultoso delante de Mis ojos? dice Jehová de los ejércitos."
Solamente porque el cumplimiento de esta profecía pueda parecer demasiado maravilloso o imposible, ¿debe por eso
parecer o resultar imposible para el Señor, también? Claro que no.
Versos 7, 8-- "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo Mi pueblo de la tierra del oriente, y de la
tierra donde se pone el sol; y traerélos, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y Yo seré a
ellos por Dios con verdad y con justicia."
Sí, Zacarías predice la congregación de los santos que son recogidos de entre todas las naciones y traídos a la iglesia
de Dios, purificada y llena de Verdad, al Reino, exactamente como lo enseña la parábola de la siega, donde sólo el
trigo ha de ser puesto en el granero. Allí en el "Monte Santo del Señor" no habrá mezcla de santos y pecadores.
Verso 9--
"Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, de vosotros los que oís en estos días estas
palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para
edificar el templo."
Aquí el consejo de Dios es que fortifiquemos nuestras manos y seamos estables.
Nosotros también debemos oír las palabras de los profetas que y aunque no estamos edificando el tempo como lo hacían
ellos, con todo es la única forma en la cual la obra puede prosperar. No nos conviene cerrar nuestros oídos ni
permanecer en una actitud descuidada e indiferente.
Versos 10-12-- "Que antes de estos días no ha habido paga de hombre, ni paga de bestia, ni hubo paz alguna para
entrante ni para saliente, a causa del enemigo: y yo dejé todos los hombres, cada cual contra su compañero. Más
ahora lo haré con el resto de este pueblo como en aquellos días pasados, Dice Jehová de los ejércitos. Porque
habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que
el resto de este pueblo posea todo esto."
Cuan agradecidos y gozosos debemos estar que los días de nuestra aflicción están casi terminadas, que si ahora oímos
a Sus profetas, y nos disponemos para trabajar, el Señor nos asegura de paz y prosperidad. Esto puede ser el nuestro
si sin variar nos aferramos a la Verdad, y de esta manera al Señor.
Verso 13-- "Sea que como fuisteis maldición entre las gentes, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré, y
seréis bendición. No temáis más esfuércense vuestras manos."
Aunque hemos sido grandes pecadores y una maldición en alto grado entre las gentes, con todo, mucho mayor serán
nuestras bendiciones si nos permitimos que El no diera. Nuestras manos deben ser fuertes para apresurar ese feliz día.
Versos 14, 15-- "Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Como pensé haceros mal cuando vuestros padres
me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí; Así tornando he pensado de hacer bien a
Jerusalén y la casa de Judá en estos días: no temáis."
Una y otra vez se nos asegura que así como su pueblo ha sido castigado en gran manera, así de grande será su gozo
y consuelo ahora en el tiempo de restablecer.
Verso 16-- "Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su próximo; juzgad en vuestras
puertas verdad y juicio de paz."
A cada uno de nosotros se nos amonesta enseñar la Verdad a su prójimo, hacer lo que viene a la mano. Hemos de
ejecutar juicio de verdad en lugar de malgastar aliento y tiempo hablando de los pecados de otros. De otro modo
hallaremos la grande "viga" en nuestros propios ojos. Como amonesta la escritura, hablemos la Verdad, ejecutemos
juicio y paz en las casas nuestras y en nuestro medio. Nunca nos ocupemos de los asuntos de otras personas. Mejor
será que hagamos todo lo posible por atender los asuntos propios nuestros.
Verso 17-- "Ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su próximo, ni améis juramento falso: porque
todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová."
De todas estas cosas que los Cristianos necesitan saber la más urgente es: Que deben ser muy honestos consigo mismos
y con los demás, deben hablar siempre la verdad, y que cesen de pensar mal en contra de los otros. Cuando repitáis
lo que habéis oído decir, recordad que podéis estar diciendo falso, en todo o en parte. Esto no le conviene hacer, porque
de "ninguna manera entrará [en la ciudad] ninguna cosa que hace mentira." Apoc. 21:27. El hablar mal y el formar
malos juicios o conjeturas son cosas que el Señor aborrece.
Versos 18, 19-- "Y fue a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se tornarán a la
casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad pues verdad y paz."
Estos ayunos antiguos y típicos se tornarán en fiestas de gozo y alegría.
Verso 22-- "Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a
implorar el favor de Jehová."
Es interesante concebir la expansión de la Verdad de Dios como está escrita en este capítulo: Primero un individuo
comunica la Verdad a otro individuo. Entonces una ciudad la comunica a otra ciudad. Finalmente una nación poderosa
invita a otra nación a que se unan al Señor. Y así continuará la siega hasta que la obra del evangelio sea terminada,
hasta que el pueblo fiel de Dios esté a la mano derecha del Señor (en el Reino), y los hipócritas juntamente con los
infieles o paganos estén a Su mano izquierda (en el mundo condenado de los Gentiles listo para perecer).
Verso 23-- "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de todas las
lenguas de las gentes, trabarán de la falda de un Judío, diciendo: Iremos con vosotros porque hemos oído que
Dios está con vosotros."
Es lógica la conclusión de que los diez hombres que se agarrarán de todas las lenguas de las naciones en el tiempo que
tiene lugar esta gran recolección, son figurativos de un grupo de pueblo(la iglesia liberada de la cizaña en el tiempo
de la cosecha), así como las diez vírgenes (Mat. 25:1) son simbólicas de la iglesia mientras la cizaña todavía está
mezclada con el trigo. Los diez siervos (Luc 19:13), y los diez cuernos (Apoc.12:3; 17:3), son números de
universalidad. Estos diez hombres hablarán todas las lenguas como lo hicieron los apóstoles en el día del pentecostés.
Es claro que el "Judío" de cuya falda tira el pueblo debe ser uno por cuyo medio el Señor está trabajando para revelarse
a Sí Mismo y a Su Verdad al pueblo. Naturalmente, habiendo descubierto este hecho, ellos dirán "Nosotros iremos
contigo; porque hemos oído que Dios está contigo." Este cierto Judío, por supuesto, no puede ser de los Judíos
identificados actualmente. Más bien, él debe ser descendiente de los Judíos Cristianos,--tal vez de aquellos que en la
edad apostólica perdieron su identificación al llamarseCristianos. O también pueden ser descendientes de cualquiera
de los Judíos que fueron desterrados de su patria, y esparcidos entre las naciones, y asimilados con ellas, y luego
converso al Cristianismo.
" Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón á los pueblos, será buscada de las
gentes; y su holganza será gloria. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová tornará á poner otra vez su mano
para poseer las reliquias de su pueblo que fueron dejadas de Assur, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopía, y de Persia,
y de Caldea, y de Amath, y de las Islas de la mar. Y levantará pendón á las gentes, y juntará los desterrados de Israel,
y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra.... Y habrá camino para las reliquias de su pueblo,
las que quedaron de Assur, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto." Isa. 10-12,
16.
De esta manera será la recolección de la gente en el éxodo final para hoy.
Con esto termina el capítulo ocho de Zacarías, y ahora hagamos un resumen que determine lo que hemos aprendido
en esta profecía:
Lo primero y más importante de todo es, que nosotros sabemos que estas profecías tienen que ser cumplidas en nuestros
días, y que muy pronto cosas maravillosas han de acontecer; que en un tiempo el Señor se vio obligado a abandonar
la ciudad y esparcir a Su pueblo por todo el mundo. Pero ahora el Señor ha de volver y juntar a Sus electos de los cuatro
cabos de la tierra, y luego Jerusalén será llamada ciudad de verdad; será una ciudad de gozo--no habrá allí accidentes,
temores ni tristeza; que el pueblo de Dios gozará paz y prosperidad; que todos deben hablar bien de todos; no más
perderán el tiempo ni su aliento en hablar de las faltas de otros. Nunca se ocuparán de los asuntos de los demás. Se
dedicarán a sus propios negocios, y ejecutarán juicio y paz en sus casas.
La Verdad de Dios se extenderá rápidamente; primero un individuo hablará la Verdad a otro; entonces una ciudad la
comunicará a otra ciudad; finalmente una nación fuerte se juntará a otra nación par unirse al Señor.
Estoy de acuerdo con ustedes en que estas promesas parecen increíbles y aún parecen algo como fantásticas. Pero entre más parezcan serlo, más brillante será el cumplimiento en perspectiva, porque Dios no hace cosas que parecen posibles para el hombre, sino hace cosas que al hombre parecen completamente imposibles.
Piensen en la obra maravillosa del Movimiento del Éxodo mientras que El los sacaba del Egipto, cuando ellos cruzaban
el Mar Rojo, cuando cruzaron el desierto, y el Jordán. El hizo llover maná del cielo y lo siguió haciendo por cuarenta
años.
¡Visualicen, si pueden, a los esclavos de Faraón llegando a ser profetas, sacerdotes y reyes! Piensen en los tres hebreos
que estaban confortablemente en medio del horno de fuego ardiente; en Daniel en el foso de los leones; en la victoria
de Mardoqueo sobre Haman; en David venciendo al gigante; en José alimentando al mundo; en Moisés sobreviviendo
en el Nilo; en Sansón derribando las columnas del templo. Son incontables las maravillas que el Dios Todopoderoso
ha obrado con Su mano a través de todas las edades.
Todos estos libramientos y muchos otros eran imposibles para el hombre, pero muy posibles para Dios. Estos poderosos milagros nos ponen cara a cara con el hecho de que Dios está en los asuntos de hacer "posibles" los "imposibles." Por esto, "fortaleced vuestras manos, vosotros los que estos días escucháis estas palabras" del Señor.